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lunes, 4 de agosto de 2025

Primado de Irlanda: el mayor privilegio de los sacerdotes es celebrar la Eucaristía

 Durante la Misa de la 50ª Jornada Nacional de Intercesión por los Sacerdotes celebrada en el Santuario de Knock, el Arzobispo Eamon Martin, Primado de toda Irlanda, destacó la vital importancia de la oración por los sacerdotes y agradeció el medio siglo de servicio del ministerio «Intercesión por los Sacerdotes», fundado en 1976 en Dublín.

En mi propia vida he descubierto que, por encima de todo, la gente quiere que los sacerdotes seamos orantes, empapados de la Palabra de Dios y capaces de celebrar los sacramentos con fidelidad y reverencia. Nuestro mayor privilegio es poder celebrar la Eucaristía para nuestra gente y para nosotros mismos. Porque en este mundo agitado, confuso y, a menudo, vacío y superficial, la gente quiere, sencillamente, que seamos hombres de Dios, que les indiquemos lo Trascendente y elevemos sus corazones y sus mentes a la belleza y la verdad de Dios.


La inspiración del Cura de Ars

El Arzobispo comenzó su homilía compartiendo su reciente peregrinación a Ars, Francia, donde visitó la tumba de San Juan Vianney, patrono de los sacerdotes parroquiales, coincidiendo con el centenario de su canonización. En aquel lugar sagrado, Mons. Martin oró por todos los sacerdotes que ha conocido a lo largo de su vida.

«A medida que me he ido haciendo mayor, me he dado cuenta de lo importante que es rezar por los sacerdotes. Es comprensible que la gente esté más acostumbrada a pedir a los sacerdotes que recen por ellos, y que no se den cuenta de la gran necesidad de oración que tenemos los sacerdotes: para que nos conformemos cada vez más con Cristo», expresó el Primado.

En Ars, el Arzobispo visitó la capilla que alberga el corazón de San Juan Vianney, quien describió el sacerdocio como «el amor del corazón de Jesús». Allí rezó «corazón a corazón» con el santo y con Jesús, pidiendo que su «propio corazón sacerdotal estuviera completamente abierto en amor a Dios y a las personas» a las que sirve.


El Sagrado Corazón y el ministerio sacerdotal

El Arzobispo Martin conectó su experiencia en Ars con el cercano santuario de Paray-Le-Monial, donde Santa Margarita María Alacoque tuvo sus visiones del Sagrado Corazón de Jesús hace 350 años. Recordó la última encíclica del Papa Francisco, «Dilexit Nos», sobre el amor humano y divino del corazón de Jesús.

«Pido a nuestro Señor Jesucristo que nos conceda que su Sagrado Corazón siga derramando los torrentes de agua viva que pueden curar el daño que hemos causado, fortalecer nuestra capacidad de amar y servir a los demás, e inspirarnos para caminar juntos hacia un mundo justo y fraterno de solidaridad», citó el Arzobispo de la encíclica papal.

50 años de intercesión por los sacerdotes

El Primado relató cómo la Hermana Briege McKenna y el Padre Kevin Scalloniniciaron en 1976 el ministerio de intercesión por los sacerdotes en All Hallows, Dublín, en un momento difícil para el sacerdocio tras el Concilio Vaticano II. Lo que comenzó como una pequeña reunión se ha convertido en «una abundante fuente de gracia, aliento y fortaleza para miles de sacerdotes de todo el mundo».

Según explicó el Arzobispo, el Padre Kevin fundamentaba su misión en dos pasajes bíblicos: las palabras de Jesús a Pedro en Lucas 22 («Simón, he aquí Satanás deseaba tenerte para zarandearte como a trigo, pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca») y los versículos de Hebreos 5 sobre Cristo que «siempre ama interceder por ellos».

«Uno de los grandes dones de la 'intercesión por los sacerdotes' es que el padre Kevin y la hermana Briege pudieron abrir espacios seguros y sagrados en los que los sacerdotes pudieron tener un encuentro personal con Cristo resucitado, que fue quien primero les llamó», destacó Mons. Martin.

Los desafíos del sacerdocio contemporáneo

El Arzobispo abordó con franqueza los retos que enfrentan los sacerdotes en la actualidad. Señaló que muchos sufren aislamiento y soledad, y a veces están expuestos a «influencias malsanas o nocivas que pueden robarnos la alegría de nuestra vocación».

«Los sacerdotes no somos los mejores para aceptar cuando necesitamos ayuda y apoyo o para encontrar guías y mentores que nos acompañen espiritual, pastoral, intelectual y especialmente en nuestro desarrollo humano personal», reconoció.

También mencionó el profundo dolor causado por los casos de abusos cometidos por sacerdotes, que «no sólo han causado inmensos daños y traumas en las vidas de las víctimas y sus familias, sino que también han roto el corazón y el espíritu de muchos sacerdotes, han dañado la fraternidad y la credibilidad sacerdotales».

En estos momentos difíciles, el Arzobispo encuentra consuelo en las palabras de San Pablo: «No somos más que las vasijas de barro que contienen este tesoro, para que quede claro que un poder tan abrumador viene de Dios y no de nosotros».

El sacerdote como «místico ordinario»

Hacia el final de su homilía, el Primado recordó el desafío del Padre Kevin para que los sacerdotes fueran «místicos ordinarios» en la vida cotidiana. Según su experiencia, «la gente quiere que los sacerdotes seamos orantes, empapados de la Palabra de Dios y capaces de celebrar los sacramentos con fidelidad y reverencia».

«En este mundo agitado, confuso y, a menudo, vacío y superficial, la gente quiere, sencillamente, que seamos hombres de Dios, que les indiquemos lo Trascendente y elevemos sus corazones y sus mentes a la belleza y la verdad de Dios», afirmó.

El Arzobispo concluyó agradeciendo a la Hermana Briege, al Padre Kevin (fallecido) y al Padre Pablo por su dedicación durante «50 años dorados» de intercesión por los sacerdotes. «La 'intercesión' ha sido un tremendo regalo del Señor para animar, afirmar y fortalecer la fe de los sacerdotes aquí en Irlanda y en todo el mundo», finalizó. 

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