A ti, María, nuestra Madre, la Virgen del verano,
dirigimos nuestras miradas y pensamientos:
haznos más humanos y nobles.
Somos conscientes de las dificultades:
la mediocridad y el abandono,
la pereza y los falsos ideales,
la riqueza que nos sueña dueños del mundo
y crea en nosotros contravalores
que nos hacen perder el sentido de las cosas.
¡Intercede por nosotros, tus hijos!
Dirige nuestros pasos al encuentro de Cristo;
haz de nuestras familias comunidades de fe;
dirige a nuestros niños para que crezcan en la verdad;
dirige a nuestros jóvenes para que sean fieles a Dios;
haz de los padres educadores comprometidos;
haz a los ancianos fuertes en la tribulación...
¡A ti, Madre y Patrona, Virgen del verano,
elevamos hoy nuestra oración!
¡Tú no nos abandones, Virgen Gloriosa y Bendita!
Publicar un comentario