Últimas noticias

jueves, 19 de noviembre de 2020

Los templos verán limitado su aforo a un tercio en ciudades españolas con altas tasas de contagio por coronavirus

El Ministerio de Salud del gobierno de España ha publicado hoy en el Boletín Oficial del Estado (BOE) una serie de normas que se aplicarán en las ciudades de más de cien mil habitantes con una alta tasa de contagio por coronavirus. La medida afecta al aforo de los templos y a los velatorios


 El BOE recoge, entre otras, las siguientes medidas:

3) Lugares de culto: El aforo máximo será de un tercio, garantizando en todo caso la distancia mínima interpersonal de 1,5 metros.

4) Velatorios:

a) Aforo máximo de quince personas en espacios al aire libre o diez en espacios cerrados, sean o no convivientes.

b) La participación en la comitiva para el enterramiento o despedida para la cremación de la persona fallecida se restringirá a un máximo de quince personas.

¿A qué localidades afecta?

1.1 La declaración de actuaciones coordinadas obligará a las comunidades autónomas a adoptar, al menos, las medidas que se prevén en el apartado 2 en los municipios de más de 100.000 habitantes que formen parte de su territorio, cuando concurran las tres circunstancias siguientes:

a) El municipio presente una incidencia de 500 casos o más por 100.000 habitantes en 14 días (medida hasta 5 días antes de la fecha de valoración). Este criterio no será de aplicación si al menos el 90% de los casos detectados en el municipio se corresponden con brotes no familiares perfectamente identificados y controlados, y si estos han sido convenientemente comunicados al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad.

b) El municipio presente un porcentaje de positividad en los resultados de las pruebas diagnósticas de infección activa por COVID-19 realizadas en las dos semanas previas superior al 10%.

c) La comunidad autónoma a la que pertenezca el municipio presente una ocupación de camas por pacientes COVID-19 en unidades de cuidados intensivos superior al 35% de la dotación habitual (época pre-COVID-19) de camas de cuidados críticos en los centros hospitalarios existentes a la fecha de adopción del presente Acuerdo.

El gobierno ha dado 48 horas a las comunidades autónomas afectadas para que se cumplan todas las disposiciones.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Solemnidad de Todos los Santos

 De los sermones de san Bernardo, abad

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo.

Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende mí un fuerte deseo. El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.

Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos los bienes de arriba, pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.

El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión.

Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordaros que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con él. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuand¬o transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él. Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también, en gran manera, la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.




Oración

Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.

De las lecturas de la Eucaristía 

San Mateo 5, 1-12a. Las Bienaventuranzas.

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

La Iglesia triunfante y la Iglesia purgante.

Del Catecismo de la Iglesia Católica, nos. 1022-1023-1026-1027-1029 a 1031.

Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación, bien para condenarse inmediatamente para siempre. «A la tarde te examinarán en el amor» (San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, 57).

Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es", cara a cara. Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo" . El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones.

Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo, quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en Él y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a Él.

Este misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo, sobrepasa toda comprensión y toda representación. La Escritura nos habla de ella en imágenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso: "Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman" (1 Co 2, 9).

En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con Cristo; con Él "ellos reinarán por los siglos de los siglos".

Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. 

La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura habla de un fuego purificador... Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura...

Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.

martes, 8 de septiembre de 2020

El rezo del Santo Rosario

La importancia del rezo del Santo Rosario ha sido defendida desde hace siglos por muchos santos pontífices, y es que se puede decir que después de la misa es la devoción con mayor seguimiento por parte de los fieles. Devoción que en muchas familias y colegios se inculca desde temprana edad, para darle significado y sentido al Santo Rosario.


En el Santo Rosario rezamos y meditamos cada uno de los misterios y se lo presentamos a Nuestra Señora para que interceda por nosotros. Con el rezo del Santo Rosario se alcanza una paz que de otra manera no podríamos conseguir. Nos prestamos voluntarios para ayudar a que el Señor traiga la paz a nuestro mundo haciendo oración por los pecadores y alejando todo mal y nos prepara a estar prestos para recibir el Espíritu Santo y realizar obras siguiendo la voluntad del Padre y el amor de Jesús. Dice Nuestra Señora: "Cada vez que rezais el Rosario se abre el cielo y brotan gracias".


El rezo del Santo Rosario tiene grandes virtudes y beneficios. Es, por ejemplo, la mejor arma contra el maligno, ya que es un arma que nos trae la verdadera paz, nos llena de humildad ya que nos invita a seguir el ejemplo de María; también es conocido que el rezo del Santo Rosario nos concede indulgencias. Además, es una manera sencilla y hermosa de repetirle muchas veces a Nuestra Señora lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo.


En estos tiempos que vivimos, en los que se hace a veces difícil aceptar la voluntad de Dios, es cuanto más tenemos que rezar el Rosario, por los enfermos, por los fallecidos de la pandemia del COVID-19, por las personas que sufren, por los que se condenan día a día a veces, sin saberlo, por nosotros, por la Iglesia.


En Radio Seminario hemos recuperado el Santo Rosario con las meditaciones de cada misterio que escribió en su día San Josemaría Escrivá de Balaguer, todos los misterios y las meditaciones se encuentran en el podcast que se facilita a continuación; que está disponible en: Google Podcasts, Spotify, iTunes, Deezer e Ivoox. Una forma sencilla de rezar el Santo Rosario todos los días y llevarlo en nuestro móvil.




martes, 1 de septiembre de 2020

Los obispos ingleses apoyan la vacunación

La Iglesia Católica apoya la vacunación porque ayuda a proteger a las personas más vulnerables de la sociedad, dijeron los obispos en Inglaterra el jueves.

En una de tres páginas de papel expedida el 30 de julio, los obispos dijeron que querían «proporcionar claridad y garantías a los católicos sobre enseñanza de la Iglesia y las cuestiones morales respecto a la vacunación».

Ellos escribieron: «La Iglesia Católica apoya firmemente la vacunación y considera que los católicos tienen el deber prima facie de ser vacunados, no solo por su propia salud sino también por solidaridad con los demás, especialmente con los más vulnerables. Creemos que existe la obligación moral de garantizar la cobertura de vacunación necesaria para la seguridad de los demás. Los vulnerables incluyen los afectados por la inmunodeficiencia, las mujeres embarazadas y sus hijos por nacer».


Los obispos reconocieron la angustia que enfrentaron los católicos al considerar si permitir que sus hijos reciban vacunas desarrolladas utilizando tejido derivado de bebés abortados.

Los obispos dijeron que «la Iglesia se oponía a la producción de tales vacunas. Sin embargo, la Iglesia enseña que la importancia primordial de la salud de un niño y otras personas vulnerables podría permitir a los padres usar una vacuna que se desarrolló en el pasado utilizando estas líneas celulares diploides».



Citaron una nota de 2017 de la Academia Pontificia para la Vida, que decía que «todas las vacunas clínicamente recomendadas pueden usarse con la conciencia tranquila y que el uso de tales vacunas no significa algún tipo de cooperación con el aborto voluntario».

Los obispos dijeron que la Iglesia estaba orando por aquellos que buscaban desarrollar una vacuna contra el coronavirus, que al 31 de julio había cobrado más de 673,000 vidas en todo el mundo.

 
Copyright © 2010-2024 Radio Seminario Designed by Parral Entertainment SLU