El 3 de agosto de 1936, en plena efervescencia de la Guerra Civil española, un suceso extraordinario tuvo lugar en Zaragoza, marcando un hito que para muchos roza lo milagroso: el bombardeo de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Lo realmente asombroso no fue el ataque en sí, sino su resultado.
El Día que Cuatro Bombas Cayeron y el Templo Permaneció en Pie
En la madrugada de aquel día, un avión del bando republicano sobrevoló la ciudad y lanzó cuatro bombas con la intención de impactar en uno de los símbolos más importantes de la fe y la identidad española: el Templo de la Virgen del Pilar.
Pero la historia se torció de una manera inesperada:
- Una bomba cayó en el río Ebro, desapareciendo en sus aguas. 
- Dos bombas impactaron directamente contra la cubierta de la Basílica. Una de ellas atravesó el techo y dañó ligeramente un fresco de Goya en la bóveda del Coreto (la "Adoración del Nombre de Dios"), mientras que la otra cayó cerca de la Santa Capilla que alberga la imagen de la Virgen. 
- La cuarta bomba se incrustó en el pavimento de la Plaza del Pilar, a pocos metros de la fachada principal. 
Lo increíble fue que ninguna de las cuatro bombas explotó.
¿Milagro o Sabotaje? Un Misterio que Perdura
La falta de detonación de estos proyectiles causó un impacto inmediato y profundo. Para el bando sublevado y gran parte de la población, la explicación fue clara y resonante: un milagro de la Virgen del Pilar, que intercedió para proteger su casa. Este suceso fue inmediatamente utilizado como una poderosa herramienta de propaganda.
Sin embargo, a lo largo de los años, también ha surgido otra versión basada en investigaciones y testimonios que apuntan a un posible sabotaje. Se sugiere que, ante la orden de bombardear un lugar de culto tan venerado, algunos mecánicos o aviadores manipularon las espoletas de las bombas para que fallaran, evitando así una catástrofe y un sacrilegio.
Testigos Silenciosos de la Historia
Hoy, este episodio histórico permanece visible para todos los visitantes de la Basílica. Dos de las bombas que cayeron sobre el templo están expuestas en el interior, niqueladas y colgadas en uno de los pilares, como recuerdo tangible de un ataque que no logró su objetivo. Además, una cruz de mármol en el pavimento de la plaza marca el lugar exacto donde cayó la cuarta bomba.
Más allá de la controversia (milagro, sabotaje o simple fallo técnico), este acontecimiento ha cimentado la leyenda de la Virgen del Pilar como protectora de Zaragoza y de España, demostrando que, a veces, la historia se escribe con fallos que salvan vidas e íconos.
¿Conocías esta fascinante historia de la Guerra Civil? ¿Crees que fue un milagro divino, un acto de conciencia humana o una simple casualidad?

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